lunes, 2 de octubre de 2017

Constantinopla en la Edad Media

SANTA SOFÍA



Constantinopla en la Edad Media

En el año 324 Constantino el Grande se convierte en el Señor de Oriente, y es en ese año donde decide transformar a Bizancio en la capital del Imperio.

Era una localidad cosmopolita, donde se podían encontrar mercaderes persas, armenios, árabes, gente que traía mercancías de la lejana China, India, Etiopía, Rusia, Europa Occidental, etc. Era, por tanto, una urbe que se transformó en el punto de encuentro de culturas nuevas y milenarias.

Por lo tanto, la visión que el mundo tenía de Constantinopla era la de una metrópoli de oro, una ciudad santa o una capital de las oportunidades, según quien pensara en ella.
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Los mercaderes querían acceder a sus puertos y mercados para poder participar de su inmenso intercambio y algún día llegar a ser ricos.

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Los fieles cristianos la tenían por centro de peregrinación debido a la inmensa cantidad de reliquias que tenían sus iglesias y a la fama de éstas de ser majestuosas e imponentes, y muchos, aún los extranjeros querían ganarse un lugar en la administración o llegar a formar parte de la corte imperial para participar de su inmenso poder.
 Por estas razones se puede decir que en la época medieval, Constantinopla fascinaba a todo el mundo conocido, no era solamente una enorme metrópoli sino que era la Ciudad.

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Pero también fue ampliamente envidiada por muchos pueblos, y por eso mismo era el objeto del deseo de distintas civilizaciones que intentaron tomarla por la fuerza durante el transcurso de tantos siglos de vida, y en esas ocasiones Constantinopla tenía que estar muy bien preparada, con sus murallas en buen estado y con sus famosas divisiones de ejército que superaban todo lo conocido en materia bélica.

Descripción: Miniatura francesa que representa el asedio de Constantinopla en 1453, en «Voyages d'Outremer», de Bertrandon de la Broquière (1455).















Por eso no era una urbe paradisíaca, ya que siempre había revueltas y el ejército controlaba cualquier disturbio y efectuaba permanentemente tareas de policía, necesarias también para reprimir las habituales revoluciones de su inquieto pueblo y mantener un cierto orden, que era fundamental para responder a las agresiones exteriores.

Era una ciudad absolutamente invulnerable para cualquier ejército extranjero que viniera con el propósito de tomarla a la fuerza.


Podemos concluir que Constantinopla no es comparable a ninguna ciudad de su época.



Trabajo realizado por Alejandro Ramos Puertas





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