Constantinopla en la Edad Media
En el año 324 Constantino
el Grande se convierte en el Señor de Oriente, y es en ese año donde decide
transformar a Bizancio
en la capital del Imperio.
Era una localidad cosmopolita, donde se podían
encontrar mercaderes persas, armenios, árabes, gente que traía mercancías de la
lejana China, India, Etiopía, Rusia, Europa Occidental, etc. Era, por tanto, una urbe que se transformó en
el punto de encuentro de culturas nuevas y milenarias.
Por lo tanto, la visión que el mundo tenía de
Constantinopla era la de una metrópoli de oro, una ciudad santa o una capital
de las oportunidades, según quien pensara en ella.
Los mercaderes querían acceder a sus puertos y mercados para poder participar de su inmenso intercambio y algún día llegar a ser ricos.
Los fieles cristianos la
tenían por centro de peregrinación debido a la inmensa cantidad de reliquias
que tenían sus iglesias y a la fama de éstas de ser majestuosas e imponentes, y
muchos, aún los extranjeros querían ganarse un lugar en la administración o
llegar a formar parte de la corte imperial para participar de su inmenso poder.
Por
estas razones se puede decir que en la época medieval, Constantinopla fascinaba
a todo el mundo conocido, no era solamente una enorme metrópoli sino que era la Ciudad.
Pero
también fue ampliamente envidiada por muchos pueblos, y por eso mismo era el
objeto del deseo de distintas civilizaciones que intentaron tomarla por la
fuerza durante el transcurso de tantos siglos de vida, y en esas ocasiones
Constantinopla tenía que estar muy bien preparada, con sus murallas en buen
estado y con sus famosas divisiones de ejército que superaban todo lo conocido
en materia bélica.
Por eso no era una
urbe paradisíaca, ya que siempre había revueltas y el ejército controlaba
cualquier disturbio y efectuaba permanentemente tareas de policía, necesarias
también para reprimir las habituales revoluciones de su inquieto pueblo y
mantener un cierto orden, que era fundamental para responder a las agresiones
exteriores.
Era una ciudad absolutamente invulnerable para
cualquier ejército extranjero que viniera con el propósito de tomarla a la
fuerza.
Podemos concluir que Constantinopla no es comparable a ninguna
ciudad de su época.
Trabajo realizado por Alejandro Ramos
Puertas
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